Misa y reparto de cordones.
Los más mayores de la localidad recuerdan que el día 24 de enero el señor Bermejo ofrecía una fiesta en la calle del Hombo, lugar en que se cree que pudo nacer el santo, y los más jóvenes recorrían las calles delante del toro Quilín que él mismo se encargaba de pasear.
Tal era la devoción que en Cascante se profesaba a San Babil, que se creó una cofradía en su honor. Todavía existe y es la encargada de repartir los cordones bendecidos el día de su fiesta, que los devotos llevarán en las muñecas durante todo el año para prevenir las enfermedades de los huesos.
Además, según recoge Juan Antonio Induráin en el libro La historia de Cascante a través del nombre de sus calles, "antiguamente se celebraban unas fiestas muy solemnes para honrar al santo".
La devoción al santo hizo que el Ayuntamiento de Cascante, en sesión celebrada el 1 de agosto de 1897, acordara dedicarle la calle que todavía hoy lleva su nombre.
Una tradición local, sitúa el nacimiento de San Babil en la calle del Hombo de Cascante, así como su violenta muerte en el Pozo de los Mártires, más tarde llamada Cruz Alta. Induráin lo recoge así en su libro: "De ser cierto el origen del santo, no habría que pensar en el obispo de Antioquía, sino en otro (Babilés o Babilás), de origen navarro, que regía la Iglesia de Pamplona cuando la irrupción sarracena. Huyó a Toledo, donde los cristianos eran más tolerados, retirándose después a un poblado entre Villaviciosa de Odón y Boadilla del Monte (Madrid), donde se dedicó a la enseñanza cristiana". La historia cuenta que los sectarios de Mahoma lo degollaron en su casa.